
..."No es cierto que seamos indispensables pero que ánimo le da a la vida cuando hay alguien que así lo hace parecer"...
Nunca vio mas allá de la costa, ese limite celeste donde perdía siempre la mirada. Luciano había vivido con su madre y sus dos hermanos en el seno de una familia de clase media, afincada por años en una vieja casa, legado de toda una generación. Sus años de plenitud fueron también de inocencia. Además de la escuela, su vida giraba en la playa,en las rocas de los acantilados, en esas noches de luna llena, tan grande y brillante que casi podias sentier que te devoraba. Su madre lo enviaría pronto a la ciudad pues habían programado ya para él una carrera de medicina, muy lejos de aquel paraíso donde vivía.
Antes que comenzara el verano llegó el nuevo administrador de la empresa de ferrocarriles. Era hombre de pocas palabras y un carácter rígido que inspiraba miedo y al a vez admiración; su esposa, una fiel mujer alemana que solamente vivía para hacerlo feliz. Ambos estaban casados hace muchos años y tenían un único hijo.
Su llegada causó agitación en el pequeño pueblo pues se trataba de una familia que manejaba negocios en toda la costa,una reputación de ser gente de mundo, de lujos y exquisitos gustos, detalles que despertaron un enorme apetito social entre la muchedumbre del lugar. En poco tiempo se hicieron amigos de algunas otras familias prontas a vanagloriarlos a niveles patéticos. Muchas de ellas eran invitadas a la nueva casa que habían comprado hace poco, con amplios jardines y una salida directa a la playa. Aquella nueva mansión se convirtió en la envidia de todos.
Para el verano del 94 ya comenzaba a hacer 39 grados, cada quien andaba con la menor cantidad de ropa posible y casi sin salir de sus casas durante la tarde para evitar la sofocación. Lo único que se movía por esas horas era el tren que llegaba a las 2pm a la estación.
En ese momento el auto convertible de los Luque venia rápidamente por la vía Eucarística, denominada así en honor al seminario mayor que ocupaba varias cuadras a la redonda cerca al centro del pueblo. Nadeo, el único hijo del matrimonio esperaba pasar el verano en aquel lugar donde su padre había comenzado a invertir. Estaba ansioso por conocer la playa, la nueva estación y la casa que sus padres habían comprado.
Su porte distinguido llamaba la atención desde lejos, y era asi que toda la gente levantaba la mirada para reconocer aquel rostro nuevo en la ciudad. En las reuniones sociales siguientes solamente se comentaba sobre el hijo de los Luque, un joven elegante que según se decía ocupaba un puesto de excelencia en la universidad.
Una de esas noches se ofreció una cena en honor a Nadeo.
Luciano se opuso a ir a tal evento pues prefería quedarse en casa pero nada lo salvó de vestir una camisa de lino y unos zapatos formales. Su familia llegó temprano para los aperitivos pero él se quedó junto a la terraza sin darse cuenta que desde lejos, alguien seguía cada movimiento suyo, lo observaba detenidamente, cada parte de su cuerpo, cada gesto.
Algunos minutos más tarde, cuando las personas ya se habían cansado de adularlo, Nadeo caminó hacia la terraza donde estaba Luciano.
-“Es una bonita noche, está fresca, ¿no te parece?”
Luciano volteó a ver quien le hablaba y apenas pudo responder con un sí. Nadeo comenzó a hacer bromas sobre toda esa gente que estaba parada frente a ellos. Uno más vulgar que el otro, con sus vasos llenos de whisky y sus charlas de política y cultura, cuando en realidad poco o nada sabían realmente de lo que hablaban.
– “Me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias, fuera de este lugar tan ridículo, capaz hubiera sido mejor allá afuera, donde se ilumina la orilla de la playa. Es algo que no se ve muy seguido en donde vivo”
Luciano volteó y fijó su mirada en el aquel paisaje. Efectivamente, cada rayo de luna alumbraba tenuemente la orilla de la playa.
-“¿Cuántos años tienes? preguntó Nadeo
-“18 pero cumpliré pronto 19”
-“¿Cuántos años crees que tengo yo?” preguntó Nadeo
-“No lo sé”, respondió tímidamente Luciano
-“25, y 26 ya en Mayo. ¿Quieres salir de aquí? Siento que me asfixio. Enséñame la playa, por favor”
Luciano volteó de reojo a ver a su madre si estaba por ahí cerca. Luego decidió salir de la reunión y ser el guía de Nadeo hacia el silencioso camino que llevaba a la playa. Ambos caminaban muy despacio, alejándose cada vez más de la mansión hasta llegar a un cerco que los llevaba hacia fuera de la propiedad. Luego de un silencio largo llegaron cerca a las rocas.
-“Aquí es donde siempre vengo cuando me siento atareado, es un lugar bastante tranquilo”
-“Si, es un bonito lugar”
“¿Te importa si fumo?” dijo Nadeo
-“No, no”
“Eso no es un cigarrillo,¿no?” preguntó Luciano
-“No, esto es mejor” Dime ¿Qué sueles hacer aquí?”
-“Me gusta pasar el tiempo en la playa cuando no estoy en clases" -"ya veo"
-"¿Cómo es donde vives?” preguntó Luciano
-“Bueno, no vivo con mis padres. No tengo otra mansión en donde vivo, es en realidad un departamento pequeño pero está en el centro de la ciudad. Podría pagar algo mucho mejor con el dinero que me envían pero prefiero gastar en otras cosas. La vida que llevo no es barata.
Algún día podrías irme a visitar, no habría ningún problema que te quedaras conmigo.”
-“si, me gustaría conocer ese lugar, debe haber muchas cosas interesantes”
-“Bueno, estoy yo. ¿Qué más interesante puede haber?”
Luciano sonrió y siguió mirándolo mientras terminaba de fumar aquel cigarrillo extraño que olía terriblemente.
-“Estudias medicina, ¿no?” preguntó Luciano
-“Solía hacerlo pero es una pérdida de tiempo. Ahora me dedico a hacer negocios y me va bien”
-“¿Pero tus padres lo saben?”
-“Hay cosas que la gente no debe saber, es simple.Pero qué temas más aburridos, yo vine aquí porque quería saber de ti.¿Entonces nunca saliste de esta minúscula ciudad?. Apuesto que tus padres prefieren tenerte aquí a su lado, siempre vigilando todo lo que haces”.
-“Eso no es cierto, yo soy muy independiente, además ya tengo 18 y decido qué hacer con mi vida”
-“Pero qué mentiras dices. Debería haber una forma de callarlas, capaz cerrando tu boca, de alguna forma, de alguna forma"
Esa reacción caliente en la cara y helada en las manos que se producía por la situación era extraña para Luciano pero seguía mirando fijamente a Nadeo como para terminar de comprender lo que estaba pasando en su cuerpo
-“Bueno, vámonos ya, te deben estar buscando niño”
-“No, no iré a casa igual. He quedado en verme con unos amigos en un bar que está cerca a la plaza”
-“¿Así? ¿y qué sueles hacer cuando vas a ese bar? Preguntó Nadeo”
Sin saber mucho de ello, Luciano respondió casi alargando la respuesta, bebo, algo.
“No es mala idea, yo tampoco tengo ganas de regresar a casa, me aburriré con tanta gente vieja. Entonces iré contigo, podrás seguir mostrándome qué sueles hacerse aquí”
Ambos partieron de entre las rocas lentamente, como si no quisieran salir de ahí pero aquella propuesta los apresuró a un bar en la avenida principal.
Es insensato tomar de más por el sólo hecho de querer aparentar pero es un error que divertía a Nadeo pues sabía que Luciano se estaba esforzando. Luego de algunas preguntas y algunos vasos de vodka, Luciano había perdido el sentido de todo y solo balbuceaba.
-“¡Nos vamos? Ya es tarde y no veo que estés bien, al final nunca encontramos a tus amigos”
-“Estoy bien y no me iré, siempre me quedo hasta tarde. Seguramente ellos ya van a llegar”
“Muy mal que mi guía personal no me preste atención y siga ahí sentado sin hacer nada interesante. Si no te levantas de esa mesa te sujetaré de la cintura, te alzaré y te llevaré cargado aunque no quieras”
Las amenazas no fueron en vano, Luciano seguía empecinado en quedarse. Sin dudarlo, Nadeo lo levantó y se lo llevó. La gente se quedó mirando pero él siguió sujetándolo tan fuerte que Luciano comenzaba a rendirse. Ya a unas cuadras fuera del bar, Luciano retomó su fuerza y logró zafarse.
-“¿Qué te pasa? ¿Estás loco?” replicaba Luciano con cierta ira
-“Es posible, la locura puede considerarse un síntoma o reacción frente a un estimulo externo” - “¿Pero qué dices?, te comportas como un idiota”
-“No me comporto como un idiota, tú si, míra cómo has bebido
Nadeo quiso acompañarlo hasta la casa grande, era tarde y hasta cierto punto peligroso caminar solo en ese estado. La hora avanzaba y no hubo espacio ni ganas para un "pero". Luego vino un silencio, ese silencio que es tan profundo que casi te deja oír latir el corazón .
"No entiendo, hemos tomado casi lo mismo y no veo que estés siquiera adormecido”
“Es que yo no tomé para demostrar nada” ¿me quieres sorprender acaso?”
Bastó ese tono sórdido para descuadrar la defensa de Luciano y dejarlo quieto. Su cuerpo se quedó helado mientras la cara de Nadeo se acercaba hacia él.
-“si me besas ahora mismo, sí me quedaré totalmente sorprendido contigo”
“¿O quieres que lo haga yo?”
Para aquel segundo que todo ocurría, la sensación de alcohol se había ido pero había más espasmos que antes. Como si el aire se fuese del cuerpo y no se pudiera respirar.
La cara de Nadeo se perdía entre las sombras de los árboles, ya cerca a la entrada de la casa, lo tomó de la mano y lo jaló fuerte hacia él. Se acercó a la boca como si ese hubiese sido el objetivo todo el tiempo, y no paró pese a los ojos atónitos de Luciano que nunca se cerraron, como si quisiera ver lo que estaba pasando con todo lujo detalle.
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